Este trabajo expone y analiza los modos en que, durante los años sesenta y setenta del siglo XX, los géneros musicales soul y funk participaron en una mercantilización de nuevo tipo de las estéticas, las músicas y las culturas afroamericanas en Estados Unidos. A través del análisis de materiales gráficos y audiovisuales (revistas, jingles, programas de televisión) sostengo como hipótesis que, con estos géneros, la música negra se consolidó no sólo como objeto publicitado sino como recurso publicitario que, motorizado por empresas de capitales afroamericanos y blancos, fue protagonista en la definición de imágenes de negritud consumibles, participando en la configuración de nuevas relaciones entre experiencia negra y relaciones de mercado.
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