El mensaje del ángel a los pastores se convierte en un anuncio que sigue resonando hoy, veinte siglos después, como anhelo y fuente de esperanza. En el cuerpo de María, en su acogida confiada y valiente, comenzó a tejerse el primer hilo de esa paz que quiere ofrecerse sin tregua. No es la pax romana que habían impuesto los poderosos la que van a experimentar los pastores esa Noche, es otra la paz del corazón que trae el Emmanuel. Una paz que se va expandiendo desde los pobres y pequeños de la tierra y que quiere tomar fuerza en nosotros en estos días de la Navidad.
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