La violencia de género es un fenómeno innegable, como lo es el deber del Estado de ocuparse de su prevención, mediante políticas públicas idóneas y razonables; si la política criminal y la ley penal hacen parte de la estrategia estatal contra la violencia originada contra las mujeres, su uso debe obedecer a los mismos criterios como única manera de afirmar su legitimidad; en consecuencia, la política criminal debe procurar medidas menos costosas que la criminalización de conductas y solo llegar a ellas honrando la subsidiariedad del Derecho penal y su uso como última razón de Estado. Si resulta inevitable y se decide acudir al Derecho penal en el contexto de violencia de género, debe tenerse el cuidado de no discriminar negativamente en aras de hacerlo positivamente, lesionando el principio de igualdad de la ley penal.
Gender violence is an undeniable phenomenon, as is the duty of the State to deal with its prevention, through appropriate and reasonable public policies; if criminal policy and criminal law are part of the state’s strategy against violence against women, its use must obey the same criteria as the only way to affirm its legitimacy; consequently, criminal policy should seek less costly measures than the criminalization of behaviors and only reach them by honoring the subsidiarity of criminal law and its use as a last state reason.If it is inevitable and it is decided to resort to criminal law in the context of gender violence, care must be taken not to discriminate negatively in order to do so positively, thus harming the principle of equality of criminal law.
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