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Resumen de Conversaciones con Pelayo: A propósito de si biopolítica es un oxímoron

Elsa del Carmen Ponce

  • español

    Recientemente en una localidad del norte argentino el equipo de antropología forense entregó a la hermana de un detenido-desaparecido durante la última dictadura los restos de quien fuera buscado durante 40 años. El hecho, singularísimo, contrasta con las recientes declaraciones del presidente argentino que afirmara que no sabe bien cuántos son los desaparecidos de ese largo proceso acaecido entre 1976 y 1982, que comprende incluso el pregolpe de Estado ya desde 1973. Singularísimo también porque como se sabe en el mundo occidental, al menos, el dictador Videla afirmaba que los “desaparecidos no están, no existen, ni vivos ni muertos”.

    La reaparición de Juan Carreras, secuestrado, detenido clandestinamente, torturado, asesinado y arrojado a una enorme fosa común, azuza una vez más la pregunta por cómo la vida ha sido objeto de muerte atroz bajo un régimen de gobierno que extremó el principio biopolítico de hacer morir y dejar vivir como designios arbitrados según un mandato salvífico de los destinos de la nación argentina. Pone asimismo en puja la pregunta por la relación entre vida y política bajo la paradoja de la soberanía, que en términos de Agamben, consiste precisamente en el arbitrio de decidir quién manda y quién obedece.

    Al mismo tiempo, el interrogante incide en un debate tal vez irresuelto con otras gramáticas filosóficas, esto es, si la categoría biopolítica es un oxímoron, considerando que esa figura deriva del entrecruzamiento de dos términos, aparentemente contrapuestos, pero que producen un efecto retórico potente que supuestamente oculta su inconsistencia conceptual.

    Cifrar la categoría biopolítica en el orden de un recurso meramente retórico extingue su fecundidad teórica que permite reconstruir las misiones de la tradición democrática a partir del ingreso de la vida en la faena de la política. Esa reducción expulsa de la discusión el soterramiento de dichos cometidos, producido en Occidente mediante la sustancialización del derecho como locus de enunciación y a la vez de encubrimiento de ambas figuras. El artículo se propone abrir discusión con las implicancias de dicha reducción.

  • English

    Recently in a locality of western Argentina the forensic anthropology team delivered, to the sister of a missing detainee during the last dictatorship, the mortal rests of whom had been looked for during 40 years. This fact, particularly unique, contrasts with recent statesments of the chief in command of the military board, that governed the country, who insured he did not know well how many missing people were from that long process that took place between 1976 and 1982, wich even includes the pre-coup d’état from 1973. It is also unique because as it is wellknown along the western world, at least, dictator Videla asserted that “missing people are not, do not exist, nor alive neither dead”.

    The reappearance of Juan Carreras, kidnapped, clandestinely imprisoned, tortured, murdered and thrown to a enormous common ditch, encourages once again the question of how life has been the object of brutal death under a regime of government wich maximized the biopolitics principle of making die and let live as plans arbitrated according to a salvific mandate of the destinies of the Argentina nation. It also puts forward the question of the relationship between life and politics under the paradox of soberanity, that in terms of Agamben, it precisely consists in the power of deciding who command and who obey.

    At the same time, the questioning influences in an unsolved debate with other philosophical grammars, that is to say, whether biopolitics category is an oxymoron, taking into account that that figure is derived from the crosslinking of two terms, appearently opposed, but they produce a powerful rethoric effect which supposedly hides its conceptual inconsistency.


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