Programa de dos viviendas que se acomodan sutilmente a los muros de un edificio histórico gracias a la recuperación y potenciación del patio central, que genera un espacio común para ambas viviendas y que, al mismo tiempo, instrumentaliza el aporte de iluminación, ventilación y visual para la mejora de la calidad interior de los espacios servidos. La nueva distribución amuebla las nuevas funciones y minimiza el impacto a la vez que consigue dialogar con la estratigrafía mural.
Se trata de una intervención en un edificio situado en el perímetro de la ciudad romana de Barcelona.
Según información conseguida en el Ayuntamiento de la ciudad, se obtuvo el trazado de la muralla romana, que atraviesa parte del edificio que nos ocupa y, en la planta baja escondidas tras unos tabiques, aparecieron restos de la propia muralla.
Se trata de un edificio de viviendas, con dos locales comerciales en planta baja, y la intervención actúa sobre el acceso en planta baja y las viviendas en planta primera, segunda y tercera. Consta de dos viviendas a las que se accede desde un patio central situado en planta primera, que se convierte en un espacio común para las dos viviendas. La propuesta de intervención pretende potenciar este patio, recuperando su sección original, lo que permite abrir las viviendas hacia el patio para mejorar el asoleo, iluminación y ventilación además de generar visuales cruzadas en todo el interior.
El acceso a la planta segunda se realiza mediante la escalera existente en el fondo de parcela que comunica la planta segunda y tercera, prolongándola hasta la planta baja. De esta forma se consiguen ordenar e independizar los accesos para cada vivienda y privatizar el uso de los espacios exteriores; el patio exclusivo de la primera planta y la terraza de la planta segunda y tercera.
La intervención en las viviendas se resuelve eliminando las divisiones interiores existentes, siempre que no sean de carga o tengan algún valor histórico, y se introducen una serie de elementos prefabricados, a modo de cajas o muebles, con las funciones necesarias para cada estancia, además de dividir los espacios según los usos a conveniencia. Estos elementos nuevos provocan una superposición de capas entre lo nuevo y lo viejo, superponiendo nuevos estratos, permitiendo aflorar las presencias más ocultas y haciendo visible el proceso del tiempo, en el que la memoria reconstruye desde su condición actual hasta su estado original.
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