David Lorente, Josep Ricart, Xavier Ros, Roger Tudó
Este interesante proyecto parte de la voluntad de poner en valor su fachada protegida de valor patrimonial, integrándola y no singularizándola, en un ejercicio en el que la sostenibilidad energética se convierte en protagonista.
Se trata de un equipamiento público destinado a alojar un centro de formación de adultos, una sede del consorcio de normalización lingüística y un hotel de entidades en una parcela triangular del distrito de las Corts de Barcelona. Dos de las tres caras del solar quedan definidas por la fachada de la antigua cristalería Planell que se estableció en la calle Anglesola en 1913, protegida patrimonialmente.
El edificio, como pieza urbana, aprovecha la parcela en su totalidad, aunque la forma triangular y las fachadas catalogadas impiden una ocupación completa del solar. El edificio reparte el programa en cuatro plantas, que se retiran de la fachada patrimonial sur. El patio cubierto resultante permite compatibilizar edificación y patrimonio mejorando las condiciones de luz natural de los espacios de aulario, a la vez que aporta un cojín térmico y acústico respecto del entorno. Este patio largo y estrecho formado por la fachada patrimonial y la nueva fachada estructural se reproduce en el vértice norte como sistema de relación con el exterior de los usos administrativos del edificio. La sección del edificio explica su comportamiento: el control y la gestión del aire en condiciones naturales. En invierno hay que controlar las pérdidas por renovación, amortizar la alta carga interna acumulada en la inercia de una estructura muraria, y captar el aire limpio desde el patio que actúa como recuperador natural. En verano se trata de disipar moviendo el máximo volumen de aire posible y capturar el aire desde los patios. Los motores del movimiento de este aire serán estrictamente naturales a partir del uso de chimeneas solares y “sombreros” con efecto Venturi.
Las dos herramientas básicas de confort climático del edificio son el aprovechamiento y activación de la inercia (estructura portante) y el movimiento del aire. No existe acondicionamiento artificial del aire, pero hay que moverlo de forma controlada e intencionada; en invierno debe moverse poco para amortizar las altas cargas internas debidas al uso docente (en base a sensores de CO2), en verano se debe mover por temperatura y en cantidad suficiente para eliminar la carga interna y evitar sobrecalentamientos. La herramienta que mueve este aire es un motor natural que actúa al mismo tiempo como cubierta del edificio. Consiste en cuatro chimeneas solares que generan, gracias a sus materiales y geometría, tres sistemas naturales de ventilación: el efecto chimenea producido por la diferencia de altura con los espacios interiores, el efecto Venturi producido por los “sombreros” de remate que garantizan ventilación nocturna y, por último, el efecto invernadero producido por la superposición de una superficie transparente sobre una superficie negra. La geometría piramidal de las chimeneas responde al movimiento del sol a lo largo del día en época estival.
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