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Resumen de Casa en Arrábida

João Calderia Ferrão, João Costa, Madalena Atouguia, Daniela Freire, Maria João Oliveira, Sónia Oliveira, Tiago Pinhal, Rui de Jesus, Rita Rodrigues, Sonia Hernansanz

  • Valoración del Jurado:

    El muro y la pérgola. La solución esencial de las casas gemelas en Arrábida es una delicada e inteligente adaptación al terreno y al paisaje. Bebiendo de la tradición mediterránea, consiguen una arquitectura que se hace naturaleza. Destaca la sensibilidad en la resolución material, que le confiere un carácter telúrico.

    Este proyecto se encuentra en Sesimbra, una pequeña villa de pescadores al sur de Lisboa, en una parcela atípica: una parcela en pendiente, de grandes dimensiones, situada a 600 metros del mar y que se extiende desde la villa al castillo, delimitada por un pinar y una antigua vía romana. El paisaje aquí es de una belleza salvaje, con una vista deslumbrante sobre el mar. Los olivos, las higueras y los pinos crecen sobre un suelo rocoso, árido, caracterizado por el color rojizo de la tierra.

    Los clientes, dos hermanas, pretendían transformar una pequeña casa construida en los años 60 en una casa de vacaciones, en la que puedan reunir a las familias y amigos en verano. Una casa de vacaciones debe evocar un universo propio. Can Lis de Jorn Utzon y la Casa Rotonda de Cini Boeri son dos ejemplos, casas esenciales, íntimas y generosas, profundamente relacionadas con el sitio y la cultura donde se implantan. Casas en las que el tiempo pasa de forma diferente y ayudan a comprender físicamente donde estamos.

    La primera decisión fue dividir la casa en dos cuerpos, garantizando autonomía a cada familia. Como gemelos, comparten las mismas propiedades y dimensiones, pero cada uno se expresa de forma ligeramente diferente; uno más alto, expuesto al paisaje, en busca del mar, otro más recogido y horizontal, buscando una relación más íntima con el terreno circundante.

    Dado que no era posible sobrepasar los 250m² de ocupación debido a las restricciones legales, se introducen patios y se crea una pérgola alrededor de los volúmenes prolongando los espacios hacia el exterior, generando zonas de estar al aire libre con vistas al mar, cubiertas con vegetación, duplicando el área de la casa.

    Encastrándose en el terreno, la casa surge como una prolongación de la roca, invisible en la ladera. Para lograr este efecto se utiliza un hormigón con pigmentos de color castaño, probados innumerables veces hasta que se encontró un color idéntico al de la tierra de alrededor. Su superficie, con los agregados del hormigón expuestos, es a la vez áspera y suave al tacto, como una piedra o la piel de un animal. Para obtener esta textura, todo el hormigón fue vertido al anochecer, utilizándose un proceso químico para retrasar su fraguado, decapando la capa superficial a la madrugada siguiente.


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