Después de varios siglos marcados por repetidos fracasos, en 1563 Felipe II escuchó las reivindicaciones de Orihuela y pidió al papa Pío IV que aceptase crear un nuevo obispado cuya sede estuviese en la citada ciudad. No obstante, el día de Fin de Año llegó a ella una macabra noticia que hizo temblar a todos sus habitantes: el día de Navidad cuatro caballeros habían asesinado al rey en Monzón, mientras presidía las Cortes Generales de los reinos de la Corona de Aragón. La conmoción a todos los niveles fue tremenda. El presente artículo trata de ilustrar el impacto que causó tal rumor en la ciudad del Bajo Segura, y las repercusiones que tuvo para sus autoridades civiles.
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