Al cumplirse el centenario de la muerte de Darío, a la luz de mi propia madurez, intento esbozar una imagen del hombre que vivió “en poesía”, buscando evadirse de una realidad que lo angustiaba, creando un mundo de palabras que concretara sus ensueños plenos de música, ritmo, color y simbolismos. Darío se dice, en la extensión de su obra poética, tal como es, como quisiera ser; desnuda su alma con una sinceridad total, exponiendo sus carencias, miedos, miserias, anhelos, frustraciones, debilidades y esperanzas, confesando su sentimiento de culpa, su amor y su fe en Dios.
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