El patriarcado se construye, se impone y se sostiene en el discurso logocentrista, que mantiene la primacía del orden jerárquico heredado de la metafísica de la presencia que piensa el mundo a partir de la relación causal entre términos opuestos a los que se atribuye una relación asimétrica a partir de la presencia/ausencia como piedra angular y en el que el logos es el representante de la presencia, de la verdad y el sentido, y el falo, como presencia-erección del logos paterno, es el significante privilegiado de la relación entre los sexos (falogocentrismo en Derrida). Deconstruir el discurso logocentrista en cualquier ámbito, di-seminarlo, desestabilizando los términos y , utilizando los mismos principios, desenmascarando este esquema en el que la oposición y la jerarquía dan paso a una exclusión , pone en tela de juicio la autoridad de la presencia-hombre-género y el carácter secundario de la ausenciamujer-género, deconstruye el patriarcado. Una mirada feminista a la regulación de los delitos sexuales en el código penal tiene esa pretensión
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