Este artículo cruza las palabras en torno a Soleada (Trettel, 2016), un film que capta a través de la sutil y arriesgada mirada de su directora, la intimidad de una mujer de mediana edad. La protagonista instalada en un intervalo determinado de la vida, en el momento que nada le falta, se confronta con la emergencia del afecto lacaniano prínceps, afecto que no engaña: la angustia. Una mujer no toda madre, acontece. La soledad como medio conduce a la protagonista en algunos momentos a la angustia, lo femenino a esa zona de soledad radical que habita en el goce del Otro.
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