Antaño no se consideraba a los animales más allá del trabajo o el sustento. Y había jerarquías, llevándose la palma perros y caballos. Cervantes, con visión de cuatro siglos, escoge al más humilde de los jumentos para desarrollar una relación, entre Sancho y el rucio, instalada en un plano de igualdad, añadiendo unas escenas hondas, emotivas y realistas.
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