El encuentro con la historia y el pasado a través del viaje supone un acercamiento al ensayo histórico. Durante la segunda mitad del siglo XVIII esa búsqueda confluye en el estudio del pasado por medio del viaje formativo y cuyos máximos representantes serán Antonio Ponz y Francisco Pérez Bayer. En el caso de este último, la Historia se conforma como punto de referencia para la configuración de unas notas recogidas en forma de Diario en el año 1782, donde analiza todo vestigio histórico desde su salida por tierras valencianas pasando por Andalucía hasta llegar a Lisboa, punto final de su destino. Su estancia en Granada constituye una fuente primordial para el estudio de una ciudad andaluza donde llegó a confluir en un apretado margen de años un nutrido grupo de hijos de la Ilustración.
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