Gonzalo Sánchez Gómez nació en 1945 en zona rural de El Líbano (Tolima, Colombia). El municipio es conocido por ser cuna de escritores, pero también por ser epicentro de la violencia bipartidista a mediados del siglo XX. Tuvo una infancia marcada por la zozobra y el temor a la muerte. Los padres —Moisés y Magdalena—, además sus hermanos, fueron victimas del fenómeno. Igual que miles de tolimenses, a comienzos de los años cincuenta, buscaron refugio en Bogotá. Él y sus hermanos mayores fueron cobijados por El Amparo de Niños, institución —fundada por María Michelsen de López, esposa del Presidente Alfonso López Pumarejo, en 1934—, que albergaba infantes que huían de la violencia. Fue una lucha por la sobrevivencia sin mayores éxitos, por lo cual su padre, de origen campesino, apostó por retornar al campo libanense en medio de una brutal matazón y “violencia conservadora”. Iban de finca en finca, de vereda en vereda, buscando sobrevivir y esquivar a la muerte. “La supervivencia era una negociación cotidiana con el contexto”, diría el propio Gonzalo décadas más tarde, cuando ya había desempeñado el cargo de Director del Centro Nacional de Memoria Histórica.
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