Entre los descubrimientos de las excavaciones arqueológicas realizadas en el Templo Mayor sorprende la cantidad de fauna exótica que los sacerdotes mexicas adquirían para depositar en las ofrendas. Uno de estos animales era el cocodrilo, cuyo traslado desde tierras lejanas debió requerir en aquella época una compleja planeación y muchos esfuerzos, desde su captura hasta el transporte, que debió durar varios días para llegar a Tenochtitlan
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