El modo de vestir a los niños sufrió una gran transformación durante el siglo XVIII. Pedagogos y médicos dedicaron numerosos estudios al traje del niño para mejorar su “educación física”, entendida como el cuidado y fortificación del cuerpo. La puesta en práctica de sus propuestas mantuvo un intenso pulso con las costumbres, impuestas por la tradición, y tuvo un fuerte impacto en el traje infantil que, para los años ochenta, se acabó por imponer la comodidad y la funcionalidad. Esto, además de afectar a la moda, provocó que se hiciera más temprana la construcción de los géneros. La diferencia en el vestido según el sexo se adelantó a la infancia, cuando hasta entonces ocurría con la llegada de la puericia. En nuestro estudio tratamos el proceso de cambio y la polémica que trajo consigo recuperando la huella textual y el registro visual en pinturas y estampas.
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