Angela María Cadavid Marín, Juan Pablo Parra Naranjo
Indiscutiblemente la cotidianidad de la escuela, imbuida por lo parametrizado, lo mecanizado, lo ins-tituido y lo normativo, imposibilitan miradas sensibles para reconocer la diferencia generacional entre maestros y estudiantes, y en lugar de ello dar paso al afecto. Se ha perdido todo rastro de sensibilidad en dicha relación, puesto que la mayoría de maestros crean barreras en los vínculos con sus estudiantes y se abandonan a los requerimientos que los generalizan y los homogenizan. Repensar esta relación no es una apuesta que surge de la nada, es un asunto que se manifiesta a partir de las voces de los estudiantes, quienes hacen evidente su postura, planteando, mediante sus relatos en la escuela, las formas como establecen vínculos o no con sus maestros a partir de las experiencias en los diversos espacios escolares en donde se movilizan y comparten con ellos gran parte de su tiempo. A partir de esto, los estudiantes proponen que la emoción y la afectividad son necesarias para revitalizar a la escuela de sensibilidad; en este sentido, del estudio realizado, aflora la necesidad de invitar al maestro a gestar espacios relacionales a la luz de una pedagogía sensible, para que, en lugar de generar desencuentros con el estudiante, entreteja con él vínculos de acogida, de respeto y de reconocimiento. Por tanto, con el presente artículo se pretende exhortar al maestro a resignificar la relación pedagógica desde una postura ética, a partir de la cual se reconozca al estudiante en su humana condición dejando a la emoción fluir en el entre-nos de esta relación
School daily life which is undoubtedly imbued for what is parametrized, mechanized, instituted and regulated, makes the sensitive looks to recognize the generational difference between teachers and students impossible, and instead of it paves the way for affection. Any trace of sensibility has been lost in such relationship, since the majority of teachers build obstacles when bonding with their students and abandon themselves to the requirements that generalize and homogenize them. Rethinking this relationship is a bet that comes out of nowhere, is a matter manifested by the student’s voices, who evidence their position, stating by means of their school stories, the ways in which they establish bonds or not with their teachers based on experiences in different schools spaces where they normally find themselves and spend a great deal of time with them. Therefore, the students suggest that the emotion and the affectivity are necessary to revitalize the school with sensitivity; for this matter, from the performed study, emerges the need to invite the teacher to promote relational spaces in terms of a sensitive pedagogy, so that, instead of causing misunderstandings with the student, the teacher interweaves with them welcoming bonds and also those of respect and recognition. Thus, it is intended with the present article to exhort the teacher to resignify the pedagogic relation from an ethical position, from which the student is recognized in its human condition letting the emotion flow in the in-between of this relation
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