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Resumen de Cómo abordar las Reformas Electorales: hacia un modelo electoral democrático

Eglée González Lobato

  • A escasos dos meses de las Elecciones Parlamentarias 6D-2015, el tema de las reformas electorales retoma el debate nacional, bien por el impacto de los resultados electorales o por la agudización de la crisis social, económica y política que castiga a la población venezolana y que centra la atención del discurso sobre los mecanismos constitucionales previstos para acortar el mandato del Presidente N. Maduro.

    A juicio de quien suscribe, la celebración de un proceso de naturaleza electoral, activado por un revocatorio, enmienda, o por la celebración de las elecciones para gobernadores y consejos legislativos previstas para este año exige, antes que nada, la revisión de las condiciones en que se ejerce el derecho al sufragio.

    Revisión ésta que no debe conformarse con el planteamiento de reformas aisladas a la Ley Orgánica de Procesos Electorales vigente o de correctivos a las malas prácticas, sino que exige una revisión de la complejidad de las diferentes variables que conforman el sistema electoral y que deben engranarse conforme a la idea de un modelo electoral democrático, inspirado en los principio de equidad, transparencia, certeza y seguridad jurídica, de libertad en el ejercicio del derecho al sufragio, que garantice el secreto al voto y respete la sagrada voluntad popular.

    La propuesta de “cómo abordar las reformas necesarias”, invita a elevar la mirada sobre todas las piezas que conforman el sistema electoral venezolano para así describirlas, analizarlas y reflexionar acerca de las distorsiones que puedan afectarle, reconociendo en cada caso el problema, deliberando y construyendo nuevas propuestas.

    La primera recomendación para lograr orientar acerca del “CÓMO” abordar las reformas electorales consiste en estar de acuerdo en conceptualizar al sistema electoral a través de la expansión de su concepto en extremo, de tal modo que no sólo abarque el mecanismo a través del cual se traducen los votos en escaños o cargos de gobierno, sino que también comprenda las distintas etapas o fases del proceso, que lo conforman o que incidan en él.

    En una primera parte de la propuesta se distinguen diferentes niveles horizontales de análisis que, a su vez, comprenden diversas áreas. Tenemos así: Proceso Electoral; Sistema Electoral propiamente dicho; Administración Electoral; Instituciones públicas distintas al CNE que inciden en el proceso electoral, como el INE, CGR, TSJ, AN y la FANB; Registro Civil y Cedulación;

    Elecciones de Gremios y Sindicatos y Postulados Constitucionales.

    En una segunda parte se propone desarrollar en cada uno de los niveles y áreas definidas, cuatro fases:

    Fase descriptiva ABC, en la que se deben detallar, del modo más neutral posible, tres aspectos:

    A) Composición del sistema normativo aplicable al área que se está estudiando; B) La Administración Electoral a cargo y, C) los hechos recientes; Fase diagnóstica; Fase deliberativa y Fase constructiva.

    A partir de esta metodología, nuestro objetivo fundamental es conciliar el sistema con la idea de un modelo electoral democrático, capaz de expresar en escaños o cargos la voluntad de los electores, permitiendo la representación de una pluralidad de movimientos o partidos políticos, garantizando la alternabilidad en el poder, el acceso equitativo al financiamiento público y que erradique la odiosa ventaja que producen las mayorías que se alternan en el poder.


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