La dimensión y la configuración arquitectónica del local permite desarrollar con gran libertad el repertorio de recursos a los que se confía la definición de la imagen que se desea transmitir. Las texturas planas, los tratamientos monocromos o la integración de la iluminación en la propia arquitectura son algunos de las opciones que permiten determinar una identidad arquitectónica muy concreta y determinada; serán, sin embargo, las microarquitecturas expositivas —geometría puras, líneas nítidas y volúmenes elementales— las responsables de la definitiva caracterización del ambiente interior.
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