El nuevo parque urbano ocupa un lugar de frontera entre el casco urbano consolidado, en una difusa combinación de diferentes categorías edilicias, y las zonas de futura urbanización, en un sector de la ciudad delimitado por la presencia de grandes vías de circulación rodada. El nuevo parque pretende convertirse, más allá de la simple atención de los estrictos roles funcionales consustanciales con este tipo de espacio, en un referente en el paisaje urbano de este sector, que contribuya de forma decisiva a su caracterización y cualificación. Como es habitual en la obra de Miralles y Tagliabue la propuesta es el resultado de un proceso de agregación de diferentes episodios parciales, aparentemente inconexos entre sí, pero cuyo resultado final goza de una rara —aunque profunda— coherencia interna. Aquí, el hilo conductor del proceso de proyecto es el cromatismo del conjunto de la propuesta, en la que se busca un tenso y dialéctico equilibrio en la consideración tonal de sus diferentes componentes.
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