La presencia de las iglesias evangélicas en la vida política de los distintos países latinoamericanos se ha incrementado de forma sensible en los últimos años, como prueban los resultados del intenso ciclo electoral en el que está inmerso la región. Desde este punto de vista, entre los comicios más reseñables de los celebrados en 2018 hay que dejar constancia de la elección en Brasil de Jair Bolsonaro, del paso a la segunda vuelta de Fabricio Alvarado en Costa Rica y del papel jugado por el evangélico Partido Encuentro Social en México coaligado con Andrés Manuel López Obrador y que facilitó su elección como presidente.
El deterioro de la política, de los partidos tradicionales –especialmente los de izquierda– y de las instituciones democráticas, junto al retroceso de la Iglesia Católica en la mayor parte de la región, han colaborado a este despegue. A eso hay que añadir el énfasis puesto en el discurso valórico y el apoyo a la familia como elementos centrales de su discurso. Gracias a ello, y contando con un fuerte respaldo popular, han logrado reforzar el peso de las opciones conservadoras en buena parte de América Latina.
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