Si “atraso”, “reforma” y “apertura” han constituido las palabras clave del pensamiento predominante de los últimos treinta años, “fake news” parece resumir su obsesión actual. Además, un hilo conductor une ambos periodos: solo las noticias falsas que apuntan al partido de la reforma y de la apertura provocan indignación entre los periodistas profesionales y los dirigentes liberales. Tanto en Estados Unidos o en Alemania como en Francia, estos últimos elevan la lucha contra las “fake news” al rango de prioridad política. “En la actualidad –explicaba Emmanuel Macron en su mensaje de año nuevo a la prensa el pasado mes de enero–, el incremento de las noticias falsas va totalmente de la mano de la fascinación iliberal”. Mientras tanto, la desinformación tradicional prospera. Su eco, transmitido sin cesar, le otorga carácter de verdad –sin estimular el ahínco de los verificadores–.
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