Las elecciones europeas, en lugar de tratar sobre los problemas comunes de la Unión Europea, yuxtaponen veintisiete escrutinios de política interior. En la mayoría de los Estados, los electores se pronuncian, sobre todo, a favor o en contra del equipo en el poder. Sin embargo, el margen de maniobra del que dispone cada uno de estos Gobiernos nacionales está limitado en gran medida por los tratados europeos. En estas condiciones, ¿qué hacer? Y, en el caso de la izquierda, ¿cómo encontrar una salida?
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