Es indudable que el ser humano piensa de modo distinto a los animales, pero es difícil diseñar experimentos que señalen qué convierte en singular la cognición humana. Con todo, las investigaciones han revelado dos rasgos netamente humanos: la figuración de situaciones complejas y el intercambio de ideas con los congéneres. Junto a esos rasgos subyacen competencias primordiales para la especie humana, como el lenguaje, la cultura, la moralidad, la visión de futuro e incluso cierta capacidad de «leer la mente».
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