Objetivo:
Evaluación del impacto clínico y económico tras el cambio de protocolo de uso de basiliximab en el trasplante ortohepático.
Método:
Estudio retrospectivo en el que se incluyó a todos los pacientes trasplantados de hígado durante los años 2013, 2014 y hasta el 15 de febrero de 2015. El estudio se dividió en dos etapas según el protocolo empleado:
1) administración de basiliximab solo si existían factores de riesgo previos, y 2) administración de la primera dosis de basiliximab a todos los pacientes trasplantados y de una segunda dosis si existían factores de riesgo.
Resultados:
Se incluyeron 83 pacientes, 34 según el protocolo 1 y 49 según el protocolo 2. No se encontraron diferencias significativas en las variables clínicas evaluadas ni en las variables relacionadas con los resultados en salud. Considerando que el porcentaje de pacientes sin factores de riesgo que recibieron basiliximab fue del 43% y sin diferencias en las estancias, podríamos estimar un coste adicional por el empleo universal de basiliximab en el trasplante ortohepático de 21.400 €.
Conclusiones:
En nuestra población, el cambio de protocolo haciendo universal la primera dosis de basiliximab no ha mostrado los beneficios esperados, pero sí un aumento de los costes, por lo que debe replantearse la idoneidad del nuevo protocolo en consenso con el equipo médico. La evidencia en relación con el empleo de basiliximab en el trasplante ortohepático sigue siendo limitada y aunque parece claro su beneficio en pacientes con factores de riesgo, especialmente fallo renal, las recomendaciones acerca de su uso de forma universal sigue siendo controvertido
Objective:
Evaluation of the clinical and economic impact after the protocol change of basiliximab use in orthohepatic transplant.
Method:
Retrospective study in which all liver transplant patients were included during the years 2013, 2014 and until February 15, 2015. The study was divided into two stages according to the protocol used: 1) administration of basiliximab only if factors of previous risk, and 2) administration of the first dose of basiliximab to all transplant patients and the second dose if it had risk factors.
Results:
83 patients were included, 34 according to protocol 1 and 49 according to protocol 2. No significant differences were found in the clinical variables evaluated or in the variables related to health outcomes. Considering that the percentage of patients without risk factors who received basiliximab was 43% and without differences in the stays, we could estimate an additional cost for the universal use of basiliximab in orthohepatic transplant of € 21,400.00.
Conclusions:
In our population, the protocol change making universal the first dose of basiliximab has not shown the expected benefits, but an increase in costs, so the suitability of the new protocol in consensus with the medical team must be reconsidered. The evidence regarding the use of basiliximab in orthohepatic transplant remains limited and although its benefit seems clear in patients with risk factors, especially renal failure, recommendations about its use universally remains controversial.
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