Para identificar nuevos fenómenos físicos en los aceleradores de partículas, como el LHC, los físicos deben primero calcular con gran precisión las predicciones teóricas, a fin de poder compararlas con los resultados experimentales. Tradicionalmente, tales cómputos se han basado en diagramas de Feynman. A menudo, sin embargo, esta manera de proceder deriva en cálculos tan complejos que, en la práctica, resultan intratables. En los últimos años, los físicos han descubierto que dichos cálculos poseen una estructura subyacente que permite enormes simplificaciones. Varios avances recientes en este campo podrían aplicarse pronto a los procesos que estudia el LHC.
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