Las mujeres han practicado la fotografía desde los inicios de esta disciplina, nacida a mediados del siglo xix. Muchas de las pioneras, la mayoría de ellas británicas o francesas, conocieron esta técnica porque eran esposas o hijas de fotógrafos y, por lo tanto, podían acceder a los costosos materiales necesarios para su práctica. Poco a poco, esas mujeres salieron del entorno familiar para dedicarse al fotoperiodismo. La Primera Guerra Mundial implicó el reconocimiento definitivo de esas fotógrafas, que no solo dieron a conocer la vida en las trincheras, sino que también revelaron el trabajo realizado por otras mujeres en la retaguardia. Desde entonces, las fotógrafas han sabido ver lo que otros no ven y han conseguido expresarlo en sus obras utilizando la fotografía como arma y a la vez como un arte capaz de ir a lo esencial.
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