Un nuevo modelo productivo amenaza el mundo del trabajo y del empleo; y sobre todo a sus trabajadores y trabajadoras.
En la historia de explotación de las personas trabajadoras la nueva herramienta de la economía colaborativa, parece que aúna voluntades para triunfar plenamente, en un tiempo a corto plazo, por su potencial económico.
Este modelo intenta crecer en medio de la controversia que generan las denuncias, los intereses y vacíos legales de los propios estados para lograr estabilizarse; pero sin poner en cuestión la explotación y precariedad en la que sitúan a los trabajadores y trabajadoras. Una forma más de violencia viene para quedarse al servicio del capital y de su ambición sin límites.
El reto que se nos presenta está claro y debe tomar un lugar en la apuesta por un sistema y un modelo humano: la economía comunitaria.
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