A principios del siglo XX, se creía que el radio tenía propiedades curativas, pero el milagroso elemento escondía un monstruo implacable que acabaría con la vida de miles de trabajadoras en los Estados Unidos. Las jóvenes que se ganaban el sueldo pintando esferas luminosas para relojes, pagaron un precio muy alto por su empleo. Al cabo de un tiempo, algunas vieron cómo sus dientes se caían y sus mandíbulas se desintegraban;
Otras sufrieron atroces dolores en caderas o brazos, que en ciertos casos llegaron a ser amputados. A una edad demasiado corta, experimentaron la degradación prematura de sus cuerpos. Los cadáveres de las que fallecieron, aún brillan en la oscuridad de sus tumbas.
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