De acuerdo a las teorías de Freud y otros reconocidos estudiosos del comportamiento humano; en la vida de éste, dos elementos se conjugan y confunden permanentemente: el Eros y el Thanatos; los dos, procedentes de la antigua mitología griega, que en apariencia parecieran ser contrarios -pues Eros representa todos los impulsos que nos mueven a la vida, a la creación y al amor; y Thanatos la fuerza que nos impele a la muerte, a la destrucción y al odio- pero que en realidad viven en permanente abrazo, los dos se estrechan y hacen presencia en la vida cotidiana del ser humano. Eros y Thanatos; amor y muerte; conviven en un constante movimiento pendular que va de lo más sublime a lo más horrendo; de la suprema dicha, al dolor más intenso: “La muerte es inseparable del placer, Thanatos es la sombra de Eros. La sexualidad es la respuesta a la muerte. Desviado de la reproducción, el erotismo crea un dominio aparte regido por una deidad doble: el placer que es muerte”. Y si es esa duplicidad divina y diabólica la que gobierna nuestras vidas; también es ella misma la que encontramos en la literatura de todos los tiempos y lugares del mundo, que no es otra cosa que la profunda y auténtica revelación de la vida de los hombres que poblamos este planeta.
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