La población mundial, así como el número de personas de edad avanzada, crecen exponencialmente. Los individuos ancianos tienen más riesgo de desarrollar una enfermedad oncológica debido, sobre todo, a que están sometidos a un periodo de exposición a carcinógenos más prolongado y por una peor capacidad de regeneración de su ácido desoxirribonucleico (ADN) (1).
El cáncer en individuos de edad avanzada representa el 80% de los fallecimientos anuales secundarios a esta patología (2).
El anciano oncológico presenta una serie de diferencias con respecto al resto de individuos de edad avanzada. Por un lado, son más prevalentes la limitación funcional y los síndromes geriátricos (3), así como la presencia de fragilidad (4); además, habitualmente tienen una peor percepción de su estado de salud (4).
Por todos estos motivos, la atención al anciano oncológico debe ser especializada, y en su evaluación se requiere el uso de una herramienta fundamental, la valoración geriátrica integral (VGI), que, como su nombre indica, para su aplicación requiere de la colaboración entre distintas especialidades (5,6). Este trabajo multidisciplinar permitirá mejorar la situación basal del paciente en aquellos casos en los que sea posible y facilitará que el manejo terapéutico posterior sea idóneo (7).
Por último, la existencia de modelos organizativos concretos, tales como las unidades de oncogeriatría o las consultas de cáncer en el anciano, pueden facilitar y favorecer dicho abordaje integral (5).
En este artículo se lleva a cabo una revisión de todos estos conceptos.
The world population, as well as the number of elderly people, grow exponentially. Elderly individuals are at a higher risk of developing an oncological disease, especially because they are subject to a longer period of exposure to carcinogens, and a worse capacity for regeneration of their deoxyribonucleic acid (DNA) (1).
Cancer in elderly individuals represents 80% of the annual deaths secondary to this pathology (2).
The older patient with cancer presents many differences with respect to the rest of elderly individuals. On the one hand, functional limitation and geriatric syndromes are more prevalent (3), as well as the presence of frailty (4). In addition, they habitually have a worse perception of their health status (4).
For all these reasons, the attention to oncological older patients must be specialized and, in their evaluation, the use of a fundamental tool is required, the Comprehensive Geriatric Assessment (CGA). As its name indicates, its application requires collaboration between different specialties (5,6). This multidisciplinary work will improve the baseline situation of the patient, in those cases in which it is possible, and will facilitate the subsequent therapeutic management (7).
Finally, the existence of concrete organizational models, such as the Oncogeriatrics Units, or the Cancer Consultations in the Elderly, can facilitate and favor this integral approach (5).
In this article a review of all these concepts is carried out.
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