En toda intelección, el hombre está apoderado por la realidad de la cosa y a su vez remitido a ella. Por eso más que poseer la verdad, podemos decir que es la verdad la que nos posee por la fuerza de la realidad (IR, 92-3; IS, 63), y es por ella que estamos arrastrados (IS 242; QI, 82).
© 2001-2024 Fundación Dialnet · Todos los derechos reservados