Cuando el 12 de octubre de 1492 Colón y sus compañeros descubren el Nuevo Mundo, se iniciaba una gesta evangelizadora de insospechadas consecuencias para la Cristiandad. Ellos más allá de sus propias limitaciones e incluso pecados traían consigo una larga tradición de fe y piedad cristiana amasada durante siglos. El diario de a bordo y el epistolario de Cristobal Colón son el mejor testimonio de esas diversas formas de piedad cristiana que vivieron el Almirante y su tripulación durante sus travesías. En particular la piedad del Almirante estaba animada por un ilustrado y personal acento bíblico.
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