Por razones tanto naturales como históricas Nueva Zelanda exhibe una mezcla de avifauna única en el mundo; lo mejor, se podría decir, de las dos antípodas. Hace algo más de 150 años unas extrañas asociaciones llamadas acclimatisation societies decidieron enviar de Inglaterra a Nueva Zelanda cajas llenas de aves cantoras para hacer más felices a los colonizadores en su nuevo hogar, y hoy en día las yuxtaposiciones resultan surrealistas. Una mezcla embriagadora entre lo familiar y lo exótico, y una primavera –la de allí– que supone una experiencia acústica extraordinaria.
© 2001-2024 Fundación Dialnet · Todos los derechos reservados