Una difusa idea de Oriente, en especial de esa zona ubicada en el este asiático, siempre estuvo presente entre nosotros. Con frecuencia era lo "otro", lo marcadamente distinto. Tal vez porque sabemos -aunque a veces a regañadientes- que somos Occidente. Para muchos, que dejaron una marca permanente en nuestra historia, esta pertenencia establece nuestra más clara ventaja: ser Occidente, durante un largo tiempo que se extiende hasta nosotros, nos coloca enel lugar más alto logrado por el pensamiento humano. Nada es más discutible en la inquietante realidad contemporánea. En cualquier caso, Oriente -el "cercano" y el "lejano" (es indudable el etnocentrismo de esta toponimia)- estuvo aureolado por la distancia de lo exótico o de lo maravilloso inalcanzable.
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