Mario del Rosal, Sara Lafuente Hernández
La democracia económica se refiere en última instancia a la posibilidad de que seamos los ciudadanos quienes tomemos las decisiones sobre las tres preguntas clásicas de la economía: qué producir, cómo producirlo y para quién producirlo. Para ello, y a pesar de los límites insuperables que el sistema capitalista impone, resulta necesario tratar de alcanzar un mayor grado de participación de los trabajadores en la propiedad y en el gobierno de la empresas. En este texto presentamos dos fórmulas gestadas en el seno de las socialdemocracias alemana y sueca que van en esa línea: la participación en el gobierno empresarial a través de un sistema de codecisión o cogestión y la participación en el capital corporativo a través de fondos colectivos de inversión de los asalariados. Se trata de dos propuestas que, aun surgidas en contextos históricos, sociales y políticos muy determinados, deben servir como referentes para impulsar procesos de ampliación y profundización de la democracia económica.
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