Bautizado en el río Jordán, en Israel, Jair Bolsonaro mantiene una productiva ambigüedad religiosa: se hizo evangélico sin dejar de ser católico. Su elección atrajo primero el voto evangélico y, más tarde, el apoyo de grandes iglesias como la Universal del Reino de Dios. Previamente, un obispo de esa iglesia se hizo con la Alcaldía de Río de Janeiro, en el contexto de un giro conservador tanto en el nivel local como en el nacional.
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