La reducción de la desigualdad es uno de los compromisos centrales de los ODS, si bien sus metas presentan lagunas. Eliminar la brecha de género y ampliar las oportunidades de mujeres y niñas será imprescindible.
El año 2015 concitó una voluntad política sin precedentes para abordar el desarrollo sostenible del planeta. La Cumbre Mundial sobre Desarrollo Sostenible, celebrada en septiembre de aquel año, adoptó el documento “Transformar nuestro mundo: la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible”. Pocos meses antes, la Tercera Conferencia Internacional sobre la Financiación para el Desarrollo concluía con la suscripción de la Agenda de Acción de Addis Abeba. Esta conferencia constituyó la piedra angular no solo del proceso de adopción de la Agenda 2030, sino también del Acuerdo de París, alcanzado durante la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático que tuvo lugar del 30 de noviembre al 12 de diciembre en la capital francesa.
La Agenda 2030, como señala su preámbulo, “es un plan de acción en favor de las personas, el planeta y la prosperidad”. Este plan comprende 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) y 169 metas que, de “carácter integrado e indivisible”, enlazan las tres dimensiones del desarrollo sostenible: económica, social y ambiental. Cimentados en esfuerzos anteriores y, en particular, en los ocho Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM), los ODS aspiran a completar una labor inacabada y responder a nuevos desafíos, lo que explica su complejidad y ambición.
Así lo evidencia el aumento de objetivos y el cambio de paradigma que entrañan. El creciente cuestionamiento de la división Norte-Sur obra a favor de una consideración holística del desarrollo, donde el Sur global es un elemento clave, aunque no exclusivo. De este modo, el marco de referencia universal de los ODS supone un cambio decisivo respecto a los ODM, ceñidos a prescribir las acciones a tomar por los países en desarrollo, formuladas en gran medida por los países desarrollados. Los ODS, por el contrario, refunden el desarrollo como una empresa compartida y universal.
Combatiendo las desigualdades: ¿qué desigualdades? Un elemento central de la Agenda 2030 es su compromiso con el cumplimiento de los objetivos y metas en “todas las naciones y los pueblos” y “todos los sectores de la sociedad”. En otras palabras, sin que nadie se quede atrás. El desarrollo de este compromiso estriba, no obstante, en “llegar primero a los más rezagados”. Así lo refleja la aspiración de la Agenda 2030 a construir un mundo “justo, equitativo, tolerante, abierto y socialmente inclusivo” que atienda a “las necesidades de los más vulnerables” y “en el que cada país disfrute de un crecimiento económico sostenido, inclusivo y sostenible y de trabajo decente para todos”.
El propósito de “no dejar a nadie atrás” satisface las reivindicaciones a favor de la inclusión de la desigualdad en el marco de los ODS, corrigiendo una importante y criticada laguna de los ODM. El hecho de que las personas experimenten la desigualdad de formas muy diversas justifica que haya sido conceptuada desde distintos ángulos…
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