En el marco de la arquitectura religiosa medieval, el autor intenta abordar un aspecto sólo tangencialmente tratado, a saber: el elemento empleado por los arquitectos medievales europeos para realizar sus obras, vale decir, la piedra. El arte gótico sería la comprobación de que la relación hombrepiedra no terminó con el neolítico, ni con el advenimiento de la llamada Edad de Bronce, sino que se continuó en la realización ininterrumpida de obras de arquitectura que concluye, en gloria y majestad, en las catedrales de los siglos XII y XIII.
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