En 1718, fray Antonio de Olivares, un religioso franciscano conocido por su contribución a la fundación de la ciudad de San Antonio, mandó construir, con la ayuda de los indios Papaya, la misión de San Antonio de Valero en el Álamo' (Texas). La intención inicial era dar cobijo y educar a los nativos americanos que habían abrazado la religión católica en los años previos a la aparición de este lugar que, con el paso del tiempo, se terminó convirtiendo en uno de los grandes símbolos de la identidad nacional estadounidense.
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