Las plumas preciosas estuvieron a disposición de los gobernantes y otros personajes, en la Cuenca de México, durante los últimos años del imperio mexica, gracias al tributo, al comercio a larga distancia y al intercambio en los mercados. Los objetos emplumados, como trajes de guerreros, se enviaban a los gobernantes como tributo, lo cual implica que hubo, en las provincias imperiales, una industria plumaria floreciente.
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