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Resumen de “¡Qué gran artista muere conmigo!”: La personalidad de Nerón

Jerry Toner

  • Por las noches, Nerón solía disfrazarse de esclavo y salía a deambular por las calles y las tabernas de Roma. Esto resultaba más sencillo antes del gran incendio del año 64, cuando las calles de la vieja ciudad eran estrechas, oscuras y tortuosas. El emperador merodeaba entre las sombras hasta que se cruzaba con una víctima inocente a la que asaltaba de improviso con no poca violencia. Si alguien se le resistía, lo apuñalaba y tiraba su cuerpo a las cloacas. Una víctima que tuvo las agallas de defenderse logró imponerse al emperador y lo aporreó hasta casi matarlo. Nerón le obligó a suicidarse. Rompía las puertas de las tiendas y entraba para robar y, de vuelta al palacio, subastaba su botín al mejor postor, convirtiendo la residencia imperial en una especie de mercadillo de objetos robados. Cuando se supo de los escarceos del emperador con el parrandeo criminal gratuito, muchos otros siguieron su ejemplo. Se decía que había tantas bandas de asaltantes que, de noche, Roma se convertía en una ciudad capturada por el enemigo. El artículo se acompaña de una ilustración de José Luis García Morán que reconstruye el momento en que Nerón, conduciendo una cuadriga de diez caballos en los Juegos Olímpicos, cae aparatosamente del carro en plena curva del circo.


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