En los primeros días de septiembre de 1862, el general confederado Robert E. Lee invadió el Norte. La Guerra de Secesión había comenzado hacía poco más de un año y Lee sabía que el Sur no podía vencer en un conflicto prolongado. El general de la Unión George McClellan marchó con su ejército desde Washington para enfrentarse al desafío. El 17 de septiembre de 1862 se libró en Antietam la batalla decisiva. Al día siguiente se encontraban allí los fotógrafos Alexander Gardner y James F. Gibson, que había estado siguiendo al Ejército del Potomac. Ningún otro campo de batalla estadounidense había sido fotografiado tan pronto tras el combate. La pareja expuso setenta placas de vidrio durante los cinco días que siguieron a la batalla. Sus fotografías son las primeras que muestran soldados muertos en suelo americano. No podían publicarse en los periódicos –la reprografía de semitono que lo haría posible todavía no existía–, pero serían exhibidas en el estudio de Brady en Nueva York semanas después, lo que presentó al público un aspecto estremecedor y nunca visto de la guerra.
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