El miedo a un despido o a una represalia por parte del empleador puede frenar que los empleados expresen con libertad sus opiniones sobre asuntos que atañen al funcionamiento de la organización. Este tipo de situaciones, crean tensiones que afectan directamente sobre la salud emocional. Para mantener la estabilidad corporativa, la comunicación se convierte en una pieza imprescindible.
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