El Gobierno portugués, a menudo alabado por haber hecho frente a la Comisión Europea y por haber estimulado el poder adquisitivo, se encuentra actualmente en dificultades. Varios movimientos sociales sacuden el país, como la huelga de transportistas por el aumento de los salarios. En pleno verano, el primer ministro incluso tuvo que recurrir al Ejército para garantizar el abastecimiento de las gasolineras. Las luchas contra la precariedad, por el acceso a la vivienda y por el aumento del poder adquisitivo conciernen a los asalariados tanto del sector público como del privado.
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