“¡Ponte recta!”, “¡Sonríe!”, “¡Vuelve a peinarte!”, “¡No des la espalda!”. Estas órdenes no salen de la boca de una madre enfadada, sino de superiores dirigiéndose a empleadas en traje sastre. Las azafatas, que cobran por horas el sueldo mínimo interprofesional, son contratadas principalmente por agencias que las colocan en empresas clientes. Asisten a eventos deportivos, inauguraciones, congresos o ferias, como la Feria del Automóvil de París, guían al público, haciendo caso omiso de las “bromas” de los visitantes, que las felicitan por su “carrocería” o les preguntan si están incluidas en el precio del coche. También cubren puestos en las propias empresas durante periodos de tiempo más largos. Por lo general, tienen menos de 30 años y en Francia suponen unos 13.000 empleos, sin contar los miles de puestos para eventos puntuales.
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