Como se señala en el prólogo de este libro, escrito por el profesor Germán Ramallo Asensio a modo de introducción, los investigadores, al estudiar las diferentes catedrales renacentistas o barrocas, siempre han tendido a desarrollar los elementos propios del templo, quedando, de manera marginal, o en un segundo plano, espacios como las sacristías. En cierto modo, una de las razones por las cuales no se han realizado importantes estudios, es el carácter hermético de los mismos, un lugar de difícil acceso por su privacidad, amén de convertirse en un reducto de los propios canónigos. Las diferentes necesidades que los espacios catedralicios van a requerir, harán que surjan las mencionadas sacristías, salas del tesoro, antesacristías o incluso las salas del chocolate. Será del siglo XVI al XVIII, cuando estos lugares adquieran su máximo esplendor, aunque su origen se remonte a la época paleocristiana, mas de forma más sencilla, como espacio auxiliar...
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