El marqués de Ureña publicó en 1785 Reflexiones sobre la arquitectura, ornato y música del templo, escrito donde establece las bases sobre las que asentar la práctica cultual de forma sincera y auténtica a partir de la relación del devoto con el templo elegido para participar del sacrificio eucarístico. Para ello propone la reforma de la arquitectura, de los ornatos que le son propios y de la música como vehículo idóneo para alcanzar una "devoción sensible". Su pensamiento tiene la referencia fijada en el ideal greco-latino y son varias las reformas que formula para la correcta adecuación litúrgica de la música. El complejo marco de postulados neoclásicos –difundidos por parte de varios pensadores en el contexto de reforma oficial de las costumbres y labores desarrolladas en España, especialmente durante el reinado de Carlos III–, es el que explica convenientemente la noción de que la música, como otras artes, suponía un instrumento necesario para la consecución de los cambios sociales propugnados por las ideas propias de la Ilustración
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