A principios del siglo XX, una exultante Sarah Bernhardt salía al escenario de París para recrear la vida de una de las heroínas más conocidas de la Revolución Francesa. Théroigne de Méricourt pasaría a la Historia como una de las guerreras revolucionarias más aguerridas, subida en su caballo, con armas al cinto y arengando a las masas. Una imagen que, sin embargo, tiene más de mito que de realidad.
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