Los grandes glaciares de Groenlandia, como el Jakobshavn, se deslizan con rapidez hacia el océano y hacen que suba ligeramente el nivel del mar. El enorme glaciar Thwaites, en la Antártida occidental, también ha aumentado su velocidad. Su destino depende de si retrocede hasta alcanzar la gran fosa subglaciar de Bentley. Tal retroceso generaría imponentes acantilados de hielo que, al derrumbarse, podrían elevar el nivel del mar hasta 3,4 metros en tan solo unos pocos decenios.
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